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lunes, 20 de mayo de 2013

SE ACABÓ EL MADRID DE MOURINHO, LARGA VIDA AL MOURINHISMO.

José Mourinho finaliza su etapa en el Real Madrid, y lo hace como no puede permitirse hacerlo ningún otro entrenador del mundo, por iniciativa propia ya que lo tenía decidido desde hace tiempo, mucho antes de que el club lo viese como inevitable y necesario. Y perdonando dos años de contrato.

Este camino que ya finaliza comenzó hace tres años. Mourinho asumió el riesgo tras la comodidad del éxito logrado en Italia dónde había hecho la hazaña de ganar la triple corona, Liga, Copa y Champions y donde bien podría haberse quedado de haberlo querido para sumar las Supercopas y el Mundial de Clubes como hizo Guardiola, pero Mourinho es honrado y sabe que esos no son más que títulos menores que no engrandecen sino el ego del acomplejado.
En estos tres años de blanco no solo logró títulos; títulos que como todos al paso de los años acaban diluyéndose en el montón (afortunadamente para el Madrid); sino que logró primero destapar, enfrentar y derrotar al enemigo número uno del Madrid, el Barcelona en su mejor versión histórica. Y para lograrlo actuó como ningún otro se hubiese atrevido. Primero enfrentándose a la UEFA que beneficiaba de manera ostentosa pero implacable a un gran equipo de fútbol, que a pesar de serlo necesitó de Obrevö y compañía para extender su fútbol a las vitrinas. No olvidemos que sin aquella vergonzosa Champions ante el Chelsea solo hubiera optado a ganar dos títulos más la supercopa de España y no los cacareados 6.

Mourinho se jugó su nombre, su carrera y hasta su físico por destapar un escándalo histórico, de tal manera que permitiera que su club, el Real Madrid, pudiera también optar a los títulos que mereciese.  Y lo logró, ganando títulos de Liga, Copa y Supercopa quitándoselo de las manos a ese engendro futbolístico-estamental que fue el F.C. Barcelona. Y no lo hizo de manera mediocre, sino con la Liga de los Records de 100 puntos y 121 goles. Se enfrentó a otra enfermedad futbolística del Madrid, y tras 20 años de intentos fallidos con derrotas ante equipos de 2ªb incluida, ganó la Copa del Rey; si, también frente al Barcelona.
Además de ello encaró la difícil tarea de resituar al Madrid en Europa. Para ello logró luchar contra un mal que se había convertido en endémico en el club blanco. La vergüenza que pasaba año tras año en la Champions, cayendo en octavos ante equipos menores, haciendo pasar a su amplia congregación mundial un bochorno de órdago.
Convirtió a ese equipo de risa, de nuevo como cabeza de serie y llegó a tres semifinales de Champions. La primera se perdió por el Escándalo del Bernabéu con aquella expulsión del malagradecido de Pepe. La segunda se perdió en los penaltis porque Ramos sacó el balón de la órbita terrestre. Y la tercera se perdió por la falta de actitud y agresividad del equipo reconocida por el capitán del Madrid Sergio Ramos.

Todo esto y a pesar de no poder ganar la Champions, ha significado un cambio de cara brutal del Real Madrid en el mundo. Y no solo por tener a Cristiano, como muchos usan como acusación, pues el crack portugués ya perdió los tres títulos  con el bueno de Pellegrini.

SOBRE DEL BOSQUE:
Algunos han instado a acotar la vergüenza blanca en ocho años, y usan a Vicente del Bosque como arma arrojadiza. Tienen la memoria corta pues solo hablan de las Champions de la “autogestión” como la conocen muchos de los jugadores que las consiguieron. Olvidan que con Del Bosque el Madrid pasó la humillación de quedar un año 5º Clasificado y otro año 4º en las ligas del ridículo. Olvidan la humillación de ser eliminados por el Toledo en la Copa. O del Ridículo más espantoso que pasó perdiendo la final de la Copa el año del Centenario del Madrid, en el Bernabéu!, Ante el Deportivo de la Coruña. Así mismo podríamos recordar cómo el potente Galatasaray, del que ahora se ríen muchos, sonronjó a ese Madrid de Del Bosque quitándole la Supercopa de Europa, o la cara que se le quedó al Madridismo cuando el Boca se llevó aquella Intercontinental. También podemos recordar cuando este hipócrita sentó a Casillas, pero esa vez, no fue con la honrada vara de entrenador de Mourinho; Del Bosque lo quitó porque se lo dijo que lo hiciera Hierro. Todo eso pasó con Del Bosque, ese gran estratega del fútbol mundial al que tuvieron que obligar, desde la planta noble del Bernabéu, a que alineara a Zidane, en quien no veía gran cosa.

En el fútbol dos más dos no son cuatro, todos quienes trabajamos en este maravilloso pero injusto y aprovechado mundo lo sabemos. Lo más que puede hacer un entrenador es sentar las bases que hagan a un equipo, competitivo en todo lo que juegue y esperar que esos pequeños detalles que deciden los partidos claves caigan a su favor y abandonen al rival.  Es eso y no más, y Mourinho con lo que ha estado de sus manos lo ha logrado con creces.

El capítulo final ha sido el más triste de todos. Porque es el que ha enfrentado al núcleo duro del vestuario con el entrenador. Mientras Mourinho fue un gladiador sin descanso contra los enemigos externos, los jugadores con Casillas a la cabeza, lo aplaudían desde la barrera, pero desde que los tocó a ellos, a su ego empedernido, la cosa cambió. El enemigo empezaba a estar en casa.
El primer desplante ocurrió cuando Casillas decidió abandonar a su ejército para llamar y pedir perdón con melosidad a los capitanes del Barcelona entregando, sin permiso del general, las armas que había depositado en cada uno de sus compañeros de batalla. Esa traición fue la base de todo lo que vino después. Porque tras el primer engaño, la confianza es un tesoro perdido en las profundidades de la psique humana.

Así han ido y viniendo los largos meses acabando en el bochornoso abandono de esta liga en “Octubre” que mereció mil broncas de un entrenador que prefirió no desbaratar más el muñeco y aguantar por la espera de una “Décima” que acabaron entregando los jugadores en Dortmund.
Por el camino vino Diego López para adecentar una relación Madrid-Portería que ya estaba siendo de risa, con un Casillas que, sin competencia, jugaba por decreto. Cada año peor y con el apoyo incondicional de una prensa bobalicona vendida a la entrevista ñoña. Que solo ha sabido observarlo y tratarlo con el piloto automático puesto desde la octava.
Un Casillas del que fríamente podemos reconocer sus paradas imposibles, pero un portero no es solo eso. También es autoridad en el área, control de la línea de cuatro, valentía en los balones aéreos y buen manejo de los pies tanto en los saques largos como en los desahogos de la defensa. En todo eso que le falta, Casillas hace años que decidió no mejorar porque su sitio estaba asegurado.
Y ante alguien que no quiere aprender no se puede intentar enseñar y tras las puñaladas con filtraciones continuadas y escandalosas, Mourinho ya no tenía ganas sino de apartar el problema a un lado del banquillo.  

Y amenazaron Los correveidiles de Casillas con que podía marcharse, qué risa, ¿Cómo se va a ir a un sitio donde lo traten como uno más? Así no sabe vivir.
Una vez todos intuyen que Mourinho no iba a seguir, las ratas comenzaron a salir sabiendo que sus palabras ya no tendrían consecuencias y si muchos “palmeros”.
Aquellas ruedas de prensa en las que Mourinho contestó a Cristiano, Pepe y acabó con Casillas, tenían su razón de ser. Lo de Cristiano se explica fácilmente. Preguntado por la continuidad de Mou el crack portugués dijo “A mí eso no me importa”, y lo dijo una semana después de que su entrenador defendiera públicamente la necesidad de la renovación de Cristiano, por el bien del jugador  y por el bien del Madrid.

Por otro lado, Pepe que había sido defendido a capa  y espada por Mou en innumerables ocasiones se puso esta última vez del lado de Casillas, apuñalando a quien le defendió frente a todos. Quizás porque está en el peor momento de su carrera y necesita que quien mandará, cuando Mou se fuera, le apoyara ante Florentino.
Y por último Casillas, ese capitán que calló en todos los campos en los que llamaban “asesino” a Pepe, que no celebró los goles de Cristiano incluso en aquella remontada espectacular al Manchester City. Calló cuando jugadores del Barcelona llamaron mentiroso a Arbeloa y Callejón, sus propios compañeros. Y que en medio de la unión de todo el Madridismo para luchar por una remontada ante el Borussia, decidió salir a los medios a airear su mala relación con el entrenador. Al dia siguiente de ser eliminados salió en una tarea publicitaria vestido con los colores del Borussia, claro, lo obligaron. A ése capitán, al acusado como mayor filtrador de los últimos tiempos, más preocupado por la selección que por el Madrid, José Mourinho lo puso en su sitio.

Ante un problema jugadores-entrenador yo generalmente, estoy del lado del entrenador, porque es el viajante honrado al que no le suele dar más tiempo en un club que para intentar lograr el éxito de manera efervescente sin tiempo para anquilosarse en la entidad. Mourinho no iba a ser una excepción y más teniendo en cuenta que ha sido el único entrenador de la historia del fútbol que ha logrado que se cree un movimiento, una rama del fútbol llamada Mourinhismo.
Él, también ha derrumbado, ante quienes queremos ver, el grueso maquillaje de un nutrido grupo de “periodistas” enfermos de egomanía que no han soportado el liderazgo carismático innegable del entrenador portugués y que han actuado como cutres correveidiles de los chivatos que mantienen sus carreras, a base de filtraciones mentiras y confusión y que han salido como vergonzosos escuderos de aquellos del vestuario que no soportan que la atracción del Madrid sea un entrenador, que además no ha dudado en ponerlos contra la pared, como se había atrevido nadie. Aunque haya sido lamentable, el positivo resultado ha sido que quedara al descubierto el entramado de egos y miedos que generan en sus compañeros que han mostrado a quién hay que pelotear para asegurarse una renovación de contrato. Y tener por primera vez en la historia, el organigrama de periodista y jugador-filtrador al destape total. Destapado también ha quedado Florentino Pérez, quien se acobardó ante Casillas y Ramos y al final ha entendido que tenía que elegir entre Mou y él mismo, pues si se cargaba a los capitanes al él lo harían dimitir, otra vez.

Éste ha sido el final de una etapa que se antojaba gloriosa, no lo fue tanto, pero ha sido inolvidable y ha dejado muchos jugadores con la careta en el suelo; a quienes ahora, y gracias a José Mourinho, ya nadie tendrá miedo.

El Madrid que deja tras de sí Mourinho es otro bien distinto al que cogió. Era un muñeco deslavazado del que todos se reían y lo ha convertido en una entidad respetada en todas las competiciones. A ver en qué lo convierten ahora el que venga y los que se quedan, esos sí que anquilosados.
El fútbol español va a ser muy aburrido.